Soy de una generación en la que la conducta moral debía ser
regida por los cinco maestros sociales absolutos e irrenunciables que aprendimos
en casa, familia, religión, partido político, escuela y trabajo. Hoy me toca
transmitir a las futuras generaciones los valores que ‘yo considero’ serán los
mejores para ellos.
Veo con asombro que las nuevas generaciones de jóvenes ‘activamente
creyentes’, se pronuncian deliberadamente a favor de ‘políticas moralmente
populistas’ que se disfrazan de ‘progresistas’ para obtener atención que se
traduzca en beneficios mayormente económicos, no importando el impacto social
que ‘estas nuevas tendencias’ produzcan en mediano y largo plazo.
Opinar igual que la mayoría, solo por no ser juzgado,
excluido o ridiculizado, no te hacen ser auténtico. Tampoco estar del lado de
las minorías te haría un guerrero justiciero en pos de la verdad. Solo pido
algo de cordura y de sentido común. Yo soy una mujer adulta que en su momento
hice opciones y proyecto de vida conforme a mi idiosincrasia, valores y
criterio formado.
A ti joven que te dices ‘creyente’ ‘honesto’ ‘verdadero’, te invito a que lo seas de verdad. Tú puedes y
debes tamizar a conciencia cada una de las realidades que te rodean y que
adoptas como propias, ‘no te comas todo lo que te ofrecen’. La libertad de
expresión por ejemplo, es correctamente un derecho cuando no se utiliza para agredir
cínicamente con el pretexto de ‘ser libre’ de lo que decimos. Lo que es
correcto, es correcto y lo que está mal, siempre lo estará.
Tener una opinión diferente, no te hace ni mejor ni peor
persona, pero permanecer fiel a lo que consideras lo correcto, eso si te hace
trascender en el espacio y tiempo por el solo hecho de existir. Podemos tener
diversidad de opiniones y formas de llevar nuestra vida, podemos coexistir en
el mismo planeta si ‘mi verdad’ no interfiere con ‘la
tuya’ y viceversa. Respeto implica no juzgar, no hostigar, no rechazar; pero
una cosa es respetar una opinión diferente y otra es aceptar su imposición para
que la adopte como propia, haciéndome renunciar a mi estructura moral, social y
ética.
Se vale tener una opinión propia, se vale formar un criterio
conforme a lo que consideremos mejor en nuestras vidas, se vale pronunciarse a
favor o en contra de alguna causa o idea; pero no se vale que se haga desde la
ignorancia, no se vale que abandones la identidad que has formado de ti mismo por
unos cuantos ‘likes’, o peor aún NO SE VALE DECIR UNA COSA, HACER OTRA Y PENSAR
OTRA.
A muchos nos cuesta expresar una idea cuando sabemos que ‘la
tendencia’ es lo contrario, así que preferimos guardar silencio y permanecer ‘cómodamente
en el anonimato’. Tampoco considero que se deba ir gritando por ahí nuestra
opinión porque deba ser escuchada, sin embargo, cuando los jóvenes actuales
voltean a ver a quienes hemos avanzado antes que ellos, y no tenemos ‘nada que decir’,
o al menos ‘nada bueno’ que decir, estamos contribuyendo a la malformación de
una sociedad de la que tanto proclamamos como nuestra.
En resumen, yo no puedo decirte lo que está bien o está mal,
para eso tenemos una conciencia, experiencias, formación humana y espiritual
que complementan tu criterio y te harán tomar las mejores decisiones. Solo, no
seas acarreado de las ideas que ‘todos quieren escuchar’, sé auténtico, íntegro
y respetuoso. No existe la moral progresista, 2+2 siempre serán 4.