miércoles, 20 de mayo de 2020

Nos Vemos en el Cielo Mamita


La historia de mi madre es tan suya como mía, y aunque no soy digna de escribirla, no puedo menos que compartirla al ser testigo de la maravillosa persona que fué y de lo que el buen Dios hizo en ella. Esta es La Maestra Marina Landero Uriarte.

No pretendo escribir una biografía, pero sí el rastro que su paso fué dejando por la vida. Nació el 5 de Octubre de 1945, estudiante interna del Colegio Alemán y del Anglo Español, aprendió a hablar Alemán y nunca se apartaría de esta lengua y disciplina germana. Egresó del Conservatorio Nacional de Música, dirigió el Coro de la Escuela Nacional de Maestros por varios años. Quienes la conocieron, saben que tocaba el piano con su muy personal estilo, sutil mezcla de dulzura y energía, solo ella interpretaba aquellos temas con la determinación que hacía gala de su carácter. Ella no aceptaba un 'no' por respuesta, no había barrera que su fé no derribara.

Muchas, pero muchas veces criticada y pocas veces comprendida. Artista, creativa, sensible; excéntrica para algunos, genio para otros. Para mí, era perfecta. Su herencia invaluable fueron el amor a Dios por sobretodas las cosas y la tenasidad para el trabajo diario. Maestra extraordinaria, de aquellas que voltearán el mundo para hacer que sus alumnos aprendan. Incansable, fuerte, siempre atenta y dócil a lo que el Señor iba dictando en su conciencia. 

Hermana Profesa de la Orden Terciaria Franciscana, pobre por elección y por misericordia de Dios. Recibió a Cristo como su Señor y Salvador en el 2001, desde entonces no volvió atrás en su convicción por "Sola Scriptura" y "Sola Fide". 


Estudiosa, amable y sabia. Se dedicó a compartir sus dones y consejos cuando se lo pedían (y a veces sin pedírselo), era una mujer generosa, amigable, directa y radical. No titubeaba en sus decisiones cuando las confrontaba a la luz del Evangelio. No fué perfecta, fue valientemente imperfecta, con la humildad necesaria para reconocerse débil ante su creador y dejar que El la formara como barro entre sus manos, doloroso proceso diario y asumido en la perfecta paz que le daba saberse amada por su Señor.

Dos amores tuvo mi madre: yo, su única hija en quien depositó todo su amor y su vida entera; y su amor filial al Señor Dios de Abraham, Isac y Jacob. En su corazón se escucha "Shemá Yisrael, Adonai Eloheinu, Adonai Ejad" (Escucha Israel, el Señor es tu Dios, el Señor es Uno.)

Hay tantas otras cosas que pudiera decir de mamá, pero segura estoy que ella prefiere ser recordada con sencillez, con alegría y con una sonrisa. Gracias a Dios por su vida, y gracias Doña Marina por haber sido mi madre y mi mejor amiga. Nos vemos en el cielo mamita.

Si he de cantar que sea a la memoria de los campamentos scouts a tu lado má...

          "Porqué perder las esperanzas de volverte a ver,
          porqué perder las esperanzas si hay tanto querer.
          No es más que un hasta luego, no es más que un breve adiós,
          muy pronto junto al fuego nos reunirá el Señor..."


Pongo mi confianza y consuelo en la promesas de aquel que con amor eterno nos ha amado: "Pero confiamos, y más quisiéramos estar ausentes del cuerpo, y presentes al Señor."
( 2a Corintios 5:8 )

Con amor, IYPL