viernes, 17 de diciembre de 2021

Amabilidad. Lo que hace del ser humano, más humano.


Ser amable con quienes nos aman es tarea sencilla y agradable. Ofrecer una amplia sonrisa a quienes nos aceptan, es reconfortante. Pero ¿qué hay de amar a quienes nos rechazan? No vayamos tan lejos, al menos soportar a ese alguien tan insoportable.

Pues te diré que soportar no es suficiente y es tan ruin como odiar, porque se soporta una carga impuesta, involuntaria a la que desearíamos no existiera.

A esos que ante quienes nos descubrimos intolerantes, convirtámoslos en la fuente de nuestro crecimiento humano. Fuente de Santidad. Fuente de motivos para construir y no para destruir. Sean ellos la oportunidad para desarrollar en nosotros la paciencia, empatía, silencio interior y de manera natural vendrá el perdón, seguido casi de inmediato del amor.

A quienes no queremos, terminaremos perdonando y amando porque no hay orgullo testarudo que resista el afecto. Ofrezcamos un saludo cordial que destruya la barrera de la indiferencia antes incluso de ser construida.

No reacciones ante el trato de los demás, porque serás títere de la voluntad ajena. Serás agradable con quien te trate bien, y no tan amigable con quien no te demuestre cariño. ¿Lo ves? tus actos serán la respuesta dependiente de lo que otros decidan por tí y habrás perdido no solo la libertad de ser auténtico, sino la gracia de ser quien estás llamado a ser, un hombre pleno y feliz. Felicidad que solo proviene de vivir en perfecta paz.

Sé tú quien inicie el diálogo fraterno con una mirada a los ojos hacia ese alguien a quien evitas, y con esto le estarás diciendo que en tu mundo ella o él existe, es importante y valioso. Y si esto no fuera suficiente para acariciar su corazón, deberás vestir la mejor de tus sornisas, cálida, sincera, frágil y tierna. No sabrás lo que despertarás en la mente de aquel individuo, pero te diré que sucederá en tí. Comenzarás por descubrir sensaciones que no habías experimentado antes, una dulce y refrescante satisfacción llenará tu espacio, sabrás que eres tú dueño del momento y no la víctima de la mala actitud ajena. Apreciarás la fortaleza de tu voluntad al haber vencido lo que parecía inevitable ofrecer, menosprecio. Y un fuerte deseo de repetir la hazaña invadirá tu horizonte, haciendo de la amabilidad un hábito personal que te haga ser más humano. Y por ende, un hombre en paz y feliz.

"Por último, hermanos, piensen en todo lo que es verdadero, todo lo que es respetable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es digno de admiración; piensen en todo lo que se reconoce como virtud o que merezca elogio." Filipenses 4:8

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